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Café moka con dos de azúcar y tres de amargo

  • Foto del escritor: Marcos
    Marcos
  • 5 nov 2018
  • 5 Min. de lectura

Así me encuentro, entre la lucha del café y el chocolate. Quise dedicarme a escribir y publicar sobre las actitudes, los prejuicios y algunas conductas que impiden el desarrollo del individuo; sin embargo, se me ha hecho imposible y lo he estado guarde y guarde en borradores incompletos.

Me he alarmado por la gran cantidad de suicidios registrados por el INEGI (2013), aproximadamente 5754 personas de diferentes edades y sexos (para ese entonces),  han decidido quitarse la vida por  razones personales que seguramente comparten entre ellos: familias poco cercanas, relación de pareja incómoda, y sobretodo una mente que no se adapta a las exigencias del mundo introyectado, que se juzga constantemente y que arremete contra su salud.


 -Doctor, es que no puedo convivir con él, me es sumamente molesto verlo. Nunca hace nada bien. Osea, sí, me llevó al circo, y lo agradezco, pero es que no se esfuerza lo suficiente como para hacerme sentir bien. Entiendo que se haya esforzado aún cuando no tenía dinero, pero es que es su obligación y debería de trabajar más si quiere tenerme. Si no tiene dinero, que no sea mi novio. 


Para el existencialismo, el ser humano es el único responsable de sus acciones, y retomando la visión de Sartre con respecto a la libertad, esto no es una victoria, sino una condena. El ser humano se encuentra abandonado, no tiene a quién echarle la culpa, y siendo así su esencia, producto de su existencia, el hombre tendrá que arreglárselas para tomar decisiones que le hagan ser lo que quiere ser, aunque sea en una porción, pues es un proyecto y jamás un producto terminado.


¿Qué le ha sucedido a las personas que actúan de mala fe escudándose en respuestas deterministas y cobardes?


-Doctor, es que yo soy así. No puedo cambiarlo. 


Podría traducir la frase anterior como un intento arriesgado de evitar toda responsabilidad de cambio, sujetándome a un falso determinismo que escapa de mi control. En realidad no se es así, "sólo intento evitar una crítica tuya al decirte aguántate, así elijo ser".

Siendo este mes la época de las festividades más importantes del año que es la navidad y año nuevo, comienzan las carreras por conseguir los aguinaldos, la compra de regalos, de ropa, de aparatos electrónicos (con descuentos sólo en apariencia), el compromiso familiar de cenar juntos y de nuevo la esperanza de que este año, la tía que tanto odiamos por fin se vuelva más tolerable para nosotros.

Sin embargo, para algunas personas esto no es así. En conjunto, se relaciona también con la hermosa experiencia de despedir al año y todo lo que se va con él, como si hubiese un nuevo comienzo, aunque para muchos, el comienzo es sólo la cara de la moneda de un centavo, el resultado de haber gastado y perdido miles de pesos mexicanos en relaciones líquidas, la búsqueda del fruto eterno que nos recuerda el fin de año lo inocentes que fuimos y lo tonto de actuamos.


Este escrito es producto de mi fastidio, de la desesperanza, de la tristeza y alegría que me envuelve, a dos días después de mi cumpleaños, me he dado cuenta de lo frágil que se han vuelto las relaciones interpersonales; de condicionamientos y refuerzos pobres al recibir likes, de querer ser famoso, de querer ser aceptado, de ser lo que los demás quieren que sea, de lo difícil que ha sido expresar el enojo y la tristeza, de la contención y la dura carrera contra mi mismo y el tiempo para ser una persona exitosa, entendiéndose como la constante dimensión de tener mucho dinero, carros, casas y mujeres; de volverme ese gurú hipersexual playboy  y multimillonario, el próximo Antonio Sparks mexicano, que las mujeres matarían por tener; de querer ser culto y leer muchos libros, de evitar mis miedos a sentirme juzgado y expuesto a heridas que ya cargo.

Este año no se lleva nada, a un mes, ya comienzan los suicidios alrededor de mi colonia, policías constantes rondan la zona en búsqueda de maleantes con la misma personalidad de ellos, la vecina ya comienza a juzgar mi mala forma de vestir; no, no... este año no se va sin dejar el recuerdo de lo duro que ha sido vivir experiencias para los demás, dejando a un lado mis necesidades, mis gustos, mis deseos, mis vivencias tan enriquecidas de vanalidades trascendentes.

Bienvenidas sean las nuevas relaciones fugaces, relaciones poco sostenibles, soportadas en estratos falsos, del desconocimiento de la pareja, del desconocimiento de mis gustos; relaciones efímeras que evidencían en redes sociales una vida extremadamente feliz, exitosa y envidiable, todo ello pintado con acuarelas de baja autoestima y codependencia.



-Perdóname mi amor, pero es que siempre no fuiste el amor de mi vida.


Y ahora sí... después de toda la maroma y el teatro, a quitar todas esas fotos que ya no volverán en bonitos recuerdos, ni siquiera en fondos de pantalla del celular o en frases de motivación que rellenan el internet de aguas negras.

Me he ilustrado bastante bien, hasta encontré donde estudiaré mi próximo doctorado, en cual red social conseguiré más seguidores y de qué manera vestiré para tener más sexo. Sí, sí, lo inmediato, lo que requiere practicidad, ¿pues es que no vivimos en un mundo a prisa?.

Ya viene la navidad y el año nuevo, se acabo nuevamente y hemos recordado lo que ha sucedido anteriormente, con la esperanza de que a partir del primero de Enero, todo eso haya desaparecido, sin embargo, no será así.  Ya saben dónde comprar sus regalos de navidad, que al igual que su amor, ya será desplazado por el último modelo del Antonio Sparks.

Ya vendrán los nuevos amantes, las nuevas familias, las nuevas redes sociales, las nuevas comidas y viajes de los cuales tomar millones de fotos para volvernos cada vez mejores personas; ya podremos presumir los pechos nuevos, la operación para ser más nalgón, para tener ahora más cabello o la suscripción al gimnasio en donde sólo basta con decir "hola" para salir con un físico de película pornográfica.

No me sorprende que en este mundo la cifra de suicidios siga en aumento, y tampoco me sorprende la gran cantidad de personas que acuden a terapia sintiéndose solas, abandonadas y humilladas; mucho menos me sorprende la gente que dice sentirse vacía, ansiosa, iracunda o aislada. Así es el mundo, y con ello, bienvenido el suicidio.

Feliz navidad, de manera anticipada, a todos aquellos que han decidido arriesgarse a ser expulsados de esta sociedad tan llena de violencia, injusticia y pobreza; y que aún así, conociendo eso,viven en ella expresando sus deseos y  condenados a ser libres, con conductas responsables y de buena fe. Ellos merecen las felicitaciones, por lo heroicos y valientes. Felíz navidad a los que se arriesgan a ser ellos mismos amando(se) profundamente.



 
 
 

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